Estando de paseo, vimos en un escaparate una abeja hecha de chocolate que le llamó mucho la atención a Lucía. Como no quería seguir andando le dije que si acaso volvíamos a pasar por allí podríamos comprar alguna figura de chocolate.
Durante casi una hora, en cualquier conversación que teníamos, la pregunta de Lucía fue: “Mamá, ¿y la abeja qué?“
Al final le recordé que si repetía demasiadas veces algo cansaba a los demás... a lo cual se quedó en silencio mientras continuábamos paseando.
Pasado un buen rato, Lucía se para y me tira de la mano y dice: “Mamá, ¿qué pasa con lo que vuela y hace miel?“
Durante casi una hora, en cualquier conversación que teníamos, la pregunta de Lucía fue: “Mamá, ¿y la abeja qué?“
Al final le recordé que si repetía demasiadas veces algo cansaba a los demás... a lo cual se quedó en silencio mientras continuábamos paseando.
Pasado un buen rato, Lucía se para y me tira de la mano y dice: “Mamá, ¿qué pasa con lo que vuela y hace miel?“