Luego salimos a dar una vuelta y conseguir algunas cosillas más... pero estaba todo cerrado. En la isla, los comercios no abren hasta las 10 o 10:30, y a esa hora ya debíamos estar rumbo al aeropuerto, así que nos quedamos con las ganas de comprar, pero no de hacer fotos.
Horas más tarde estábamos en el avión, rumbo a Madrid.
En el avión, unos asientos más atrás, viajaba otra bebé (de más meses que Lucía) con su mamá y abuelos, y la invitaron con unas galletas.
Lo bueno del viaje fue toda la experiencia de viajar con Lucía, y ver lo bien que se lo pasó.
Lo malo del viaje fue que, al volver a Madrid, estaba diluviando. En unas horas, pasamos de estar en un precioso día soleado a un decepcionante día gris. Cuando el piloto del avión avisó por megafonía que estaba lloviendo en Madrid, todos los pasajeros gritaron ¡¡queremos volver a Malta!!!